“No, no soy asistenta social, soy trabajadora social”
Seguramente hayas respondido esto más de una vez. Pues, aunque ya hemos recorrido un largo camino en la evolución de nuestra profesión, todavía hay quienes insisten en llamarnos de esa manera. A veces, incluso vemos ofertas de trabajo que buscan “asistentes/as sociales” pero ¿qué hay detrás de esta confusión?
Breve resumen de su historia
La figura del/la asistente social tiene sus raíces en el movimiento de ayuda social que comenzó a finales del siglo XIX y principios del XX. Este período estuvo marcado por la Revolución Industrial, que trajo consigo un aumento de la pobreza, condiciones laborales precarias y una rápida urbanización. La necesidad de abordar estos problemas sociales se volvió evidente, y surgieron iniciativas para ayudar a las comunidades más vulnerables.
Las primeras personas que se dedicaban a la asistencia social eran, en su mayoría, personas voluntarias que ofrecían apoyo a las familias necesitadas, proporcionando recursos básicos, asesoramiento y acompañamiento. Este trabajo inicial se realizaba en un contexto comunitario y a menudo estaba ligado a organizaciones religiosas y filantrópicas.
A medida que las demandas sociales fueron creciendo, también lo hacía la necesidad de un enfoque más estructurado y profesional. Durante el siglo XX, esta labor comenzó a profesionalizarse. Se establecieron programas de formación académica y certificación, que ayudaron a formalizar el rol del/la asistente/a social en la sociedad. Se desarrollaron teorías y metodologías específicas, y se reconoció la importancia de la intervención social basada en la evidencia.
En 1981, se produce un cambio en la nomenclatura de la profesión y pasó a llamarse Trabajo Social. Aunque asistente/a social todavía se usa en algunas regiones y contextos, este nuevo término enfatiza tanto la formación como el enfoque profesional en la intervención social.
El término también refleja una evolución hacia un reconocimiento más amplio de nuestra profesión, que abarca no solo la asistencia, sino también la promoción de la justicia social y el empoderamiento de personas y comunidades.
¿Por qué algunas ofertas de empleo u oposiciones todavía utilizan asistente/a social?
La respuesta a esta pregunta tiene que ver, principalmente, con la herencia histórica de la terminología.
A pesar de los avances significativos que hemos logrado en la profesionalización nuestra labor, todavía encontramos ofertas de empleo que buscan “asistentes/as sociales” o que hacen referencia a oposiciones para este perfil.
Lo que resulta curioso es que, a pesar de utilizar un término que ha quedado obsoleto en la práctica actual, las convocatorias de empleo en realidad exigen la titulación de trabajador/a social. Este desajuste entre la terminología y las credenciales refleja claramente una falta de actualización que poco a poco iremos logrando.
¿Qué estudia un/a asistente/a social?
Pues como ya os he mencionado anteriormente, somos trabajadores/as sociales, por lo tanto, actualmente, es necesario realizar el Grado en Trabajo Social.
La carrera de Trabajo Social es una titulación universitaria de cuatro años para formarse como profesional del ámbito social. El plan de estudios incluye asignaturas teóricas y prácticas, abarcando fundamentos del trabajo social, psicología, sociología, políticas sociales, métodos de intervención, ética profesional y derecho, proporcionando así un amplio conocimiento sobre el comportamiento humano y las dinámicas sociales. Las personas graduadas en trabajo social podemos desempeñarnos en diversas áreas, como servicios sociales, educación, salud y justicia, trabajando con personas en situación de vulnerabilidad y promoviendo la inclusión social. La carrera también enfatiza la formación continua, ya que debemos mantenernos actualizados/as sobre nuevas metodologías y legislaciones en el ámbito social.
En el siguiente vídeo, Natalia Carrera, trabajadora social, nos cuenta en qué consiste la carrera de Trabajo Social y qué cualidades son necesarias en este perfil.
¿Cuáles son las salidas profesionales en nuestro campo?
Quienes nos graduamos en trabajo social contamos con un extenso abanico de salidas profesionales debido a la versatilidad de nuestra formación y al creciente reconocimiento de la importancia del bienestar social en múltiples ámbitos. Estas oportunidades laborales abarcan tanto el sector público como el privado, además de organizaciones no gubernamentales y entidades internacionales.
Una de las principales áreas de empleo que tenemos es el sector público, especialmente en las administraciones locales, autonómicas y estatales. En este ámbito, podemos trabajar en servicios sociales municipales o regionales, donde nos encargamos de la atención directa a personas en situación de vulnerabilidad, familias con necesidades especiales o colectivos en riesgo de exclusión.
Otros espacios de intervención incluyen centros de salud, donde colaboramos con equipos médicos para ofrecer apoyo psicosocial a personas usuarias y sus familias. Además, podemos trabajar en el ámbito educativo, colaborando con colegios y universidades para ofrecer orientación y soporte en problemas relacionados con la integración social y el bienestar estudiantil.
Otra de las grandes áreas donde podemos desarrollar nuestra carrea es en el sector de las ONG. En este ámbito, nuestra labor se centra en la intervención comunitaria, la lucha contra la pobreza, la protección de los derechos humanos, el trabajo con personas refugiadas y migrantes, así como en proyectos destinados a la infancia, personas mayores, mujeres en situación de violencia de género, entre otros. La capacidad de gestionar situaciones complejas y diseñar programas de intervención nos convierte en piezas clave dentro de estas organizaciones.
En el ámbito privado, también tenemos opciones interesantes, especialmente en departamentos de recursos humanos, responsabilidad social corporativa (RSC) y bienestar laboral. En estos casos, podemos asesorar sobre políticas que promuevan el equilibrio entre la vida laboral y personal, la inclusión de personas trabajadoras con discapacidad o en riesgo de exclusión, y la gestión de conflictos dentro del entorno laboral.
Dentro del ejercicio del trabajo social, existen diversas áreas especializadas donde podemos desarrollarnos profesionalmente como son:
Intervención social: Atender y acompañar a personas, familias o grupos en riesgo social, trabajando para su integración y mejor calidad de vida.
Mediación: Actuar como intermediarios en conflictos familiares, vecinales, escolares o laborales, ayudando a las partes a llegar a acuerdos y resolver problemas.
Gestión de proyectos sociales: Diseñar, implementar y coordinar programas de acción social, desde el diagnóstico de necesidades hasta la evaluación de los resultados.
Docencia: Los/as trabajadores/as sociales también pueden dedicarse a la enseñanza, impartiendo clases en universidades o centros educativos, formando a futuras generaciones de profesionales.
Por otro lado, muchos/as de nosotros/as optamos por continuar nuestra formación a través de la realización de posgrados y másteres especializados, con la intención de poder acceder a campos más específicos como la intervención en salud mental, el trabajo con personas mayores o la gestión de servicios sociales. Con la formación continua podemos mejorar nuestras perspectivas profesionales y esto, a su vez, nos abre las puertas a cargos de mayor responsabilidad o a áreas de intervención más complejas.
¿Cuáles son principales funciones de un/a trabajador/a social?
Podemos llevar a cabo diversas funciones, entre las cuales se destacan:
Analizar las necesidades y recursos disponibles de las personas usuarias.
Crear e implementar estrategias de intervención social efectivas.
Ofrecer acceso a servicios y recursos sociales que puedan beneficiar a las personas en diferentes circunstancias.
Ofrecer asesoramiento y orientación a quienes se encuentran en situaciones de crisis o dificultades.
Estas funciones nos permiten una mejora del bienestar tanto de personas como de comunidades, enfrentando de manera proactiva las diversas problemáticas sociales.
Estas son algunas de nuestras páginas de referencia:
¿Cómo debe ser el perfil del/la trabajadora social?
Como profesionales del trabajo social, debemos ser personas altamente comprometidas y empáticas, ya que nuestro rol es fundamental en el ámbito de la asistencia social. Debemos contar con una combinación de habilidades técnicas, emocionales y sociales que nos permitan ofrecer un apoyo efectivo a quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad o necesidad. La empatía debe ser una habilidad fundamental en nuestra profesión, ya que debemos tener la capacidad de conectar emocionalmente, escuchar activamente y comprender las dificultades que enfrentan las personas con las que se interviene. Además, debemos poseer habilidades de comunicación, tanto verbal como no verbal, para transmitir información de manera clara y proporcionar orientación adecuada.
Asimismo, debemos ser sensibles a la diversidad cultural, reconociendo y respetando las diferencias en valores, creencias y tradiciones, adaptando nuestro enfoque a las particularidades de cada persona y comunidad. La capacidad para resolver problemas también es muy importante, demos ser capaces de identificar obstáculos y proponer soluciones viables, utilizando los recursos disponibles. Igualmente, tenemos que saber trabajar en equipo con otros y otras profesionales, como psicólogos, médicas o educadoras, para ofrecer una atención integral y coordinada.
Nuestro compromiso con la ética y el profesionalismo es imprescindible, respetando la confidencialidad, los derechos de las personas usuarias y actuando con integridad en todas nuestras interacciones. Finalmente, debemos saber gestionar nuestro tiempo de manera eficiente, priorizando tareas y adaptándonos a entornos dinámicos y exigentes para garantizar el mejor servicio posible.
¿Qué es la asistencia social?
La asistencia social es un componente fundamental de nuestro sistema de apoyo y protección social. Se trata de un conjunto de políticas, programas y servicios que están diseñados para ofrecer ayuda a personas y grupos que se encuentra en situaciones de vulnerabilidad o desventaja social. Nuestro objetivo es garantizar la igualdad de oportunidades y mejorar la calidad de vida de las personas con las que intervenimos.
Una de nuestras principales acciones en la asistencia social es la evaluación de necesidades. A través de entrevistas y diagnósticos, identificamos las situaciones de riesgo que enfrentan las personas. Esto nos permite adaptar nuestras intervenciones a las circunstancias específicas de cada persona, familia o comunidad.
Entre las herramientas que utilizamos, se encuentran las prestaciones económicas, como subsidios y ayudas por desempleo, que son vitales para muchas personas en momentos críticos. Además, ofrecemos un apoyo integral, que incluye asesoramiento legal, orientación laboral y formación profesional.
Nuestro trabajo también implica intervenir directamente para ofrecer apoyo emocional y práctico. Muchas veces, las personas que acuden a nosotros necesitan un espacio seguro donde puedan expresar sus preocupaciones y recibir orientación. También estamos comprometidos/as con la protección infantil, trabajando en hogares de acogida y programas de adopción para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas más vulnerables.
No menos importante es nuestra labor con las personas mayores. Implementamos recursos que mejoran su calidad de vida, como la atención domiciliaria y programas de envejecimiento activo, para que puedan seguir participando plenamente en la sociedad.
La integración social es otro aspecto clave de nuestra labor. Trabajamos para promover la inclusión de grupos marginados, como personas con discapacidad, migrantes o personas en situación de calle, a través de programas de inserción laboral y sensibilización comunitaria.
Además, el trabajo comunitario es esencial para empoderar a los grupos vulnerables y fomentar el desarrollo social. A través de la colaboración y el fortalecimiento de redes comunitarias, buscamos crear un entorno más solidario y justo.
Finalmente, la asistencia social también actúa como defensora de los derechos de las personas. Realizamos campañas de educación y sensibilización para informar a la comunidad sobre los derechos sociales y asegurar que se respeten. Nuestro esfuerzo se centra en abordar las desigualdades y mejorar el bienestar de quienes enfrentan circunstancias adversas, buscando construir un futuro más equitativo para todas las personas.
Laura Brandaríz