¿Quién dijo que criar en la infancia venía con un manual de instrucciones? A menudo, la crianza de los hijos o hijas puede ser un desafío abrumador, y las técnicas de crianza tradicionales pueden dejarnos a las personas adultas agotadas y a los niños y niñas frustradas. Pero, ¿y si te dijéramos que hay un enfoque que puede transformar tu hogar en un lugar de amor, respeto y cooperación?
¡Os damos la bienvenida a la disciplina positiva!
En un mundo lleno de distracciones y presiones, criar a los hijos e hijas de manera efectiva puede parecer una tarea abrumadora. Muchos padres o madres y personas cuidadoras, se encuentran atrapados en un ciclo de regaños, castigos y desafíos constantes, lo que puede causar tensión en el hogar y dañar la relación con sus hijos e hijas.
Pero aquí está la buena noticia: la disciplina positiva ofrece una alternativa atractiva. En lugar de recurrir a métodos de crianza punitivos que pueden dañar la autoestima de los más peques, la disciplina positiva se basa en principios de respeto mutuo, comunicación efectiva y relaciones sólidas entre padres o madres y sus hijos o hijas.
Es un enfoque que no solo establece límites y expectativas claras, sino que también nutre el crecimiento emocional y la autonomía desde la infancia.
1. Ser un buen ejemplo
Ser un buen ejemplo se alza como un faro de luz en medio de la tormenta, guiando a los niños y niñas hacia un camino de aprendizaje y desarrollo emocional saludable. La disciplina positiva no solo se trata de imponer reglas, sino de modelar el comportamiento deseado, y aquí es donde las personas adultas desempeñan un papel crucial.
Imaginemos un mundo donde las personas adultas actúen con respeto, empatía y comunicación efectiva. Este mundo es el que deseamos para nuestros hijos e hijas. Ser un buen ejemplo implica mostrarles cómo manejar las emociones, resolver conflictos de manera pacífica y tratar a los demás con amabilidad y consideración.
Cuando las personas adultas practican la disciplina positiva, están proporcionando a los niños y niñas una valiosa lección sobre cómo relacionarse con el mundo que les rodea. Precisamente por estos motivos es interesante modelar a los niños y niñas, con nuestro propio ejemplo. Los y las peques aprenden lo que ven, por lo que tu ejemplo es clave. Cuida mantener tu tono de voz suave, trata de no perder el control de las situaciones y procura ser un permanente modelo positivo para él.
Los niños y niñas son como esponjas, absorben no solo lo que escuchan, sino también lo que ven. Cuando una persona adulta muestra autorregulación emocional, los niños y niñas aprenden a hacer lo mismo. Cuando las personas adultas optan por el diálogo en lugar del castigo, los niños y niñas internalizan la importancia de la comunicación efectiva. Ser un buen ejemplo en el uso de la disciplina positiva no solo ayuda a construir relaciones más fuertes y saludables con los más peques de casa, sino que también contribuye a forjar personas adultas responsables y empáticos en el futuro.
2. Ser constante y firme en tus ideas
En el mundo de la crianza, ser constante y firme en tus ideas es un factor clave que guía en medio de la complejidad hacia la disciplina positiva.
Los niños y niñas son como exploradores/as que buscan entender el mundo que les rodea, y en este viaje, la consistencia y la firmeza son pilares que les proporcionan seguridad y comprensión.
La disciplina positiva no se trata simplemente de establecer reglas y límites, sino de transmitir valores y enseñar habilidades para la vida. Cuando las personas adultas son coherentes en sus mensajes y firmes en la aplicación de las reglas, están proporcionando a los niños y niñas un marco claro y seguro en el que pueden crecer y desarrollarse.
Cuando las personas adultas mantienen su firmeza en un ambiente de amor y respeto, están enviando un mensaje poderoso a los niños y niñas: que se preocupan por su bienestar y crecimiento. La firmeza no significa ser autoritario, sino más bien ser un guía que les muestra cómo navegar por el mundo de manera responsable y ética.
Las cosas que un niño o niña tiene permitidas y las que no, no pueden depender de nuestro estado de ánimo.
Ser constante y firme en tus ideas como persona adulta al emplear la disciplina positiva también crea un ambiente equitativo y justo. Los niños y niñas entienden que las reglas se aplican de manera uniforme, sin favoritismos, lo que fomenta la confianza y el respeto mutuo en la relación.
3. Distraer a los niños y a las niñas
La disciplina positiva es un arte que implica mucho más que simplemente corregir el comportamiento de los niños y las niñas; se trata de guiarlos de manera efectiva hacia una comprensión más profunda de su mundo y sus emociones.
En este viaje, la estrategia de distraer es una herramienta valiosa y dinámica que nos permite redirigir su atención en medio de un berrinche o una rabieta. Su mundo se siente abrumado por emociones intensas que aún no saben cómo manejar. Aquí es donde entra en juego la distracción. En lugar de entrar en un conflicto directo que puede exacerbar la situación, podemos redirigir su atención hacia algo más positivo y estimulante.
La distracción es como una ventana emergente en el mundo de los niños y niñas, ofreciéndoles una nueva perspectiva y un camino hacia la calma. Puede ser tan simple como ofrecerles un juguete interesante, contarles una historia emocionante o llevarlos a explorar algo nuevo y fascinante en su entorno. Esta estrategia no solo detiene el comportamiento no deseado, sino que también les enseña a cambiar su enfoque y a lidiar con sus emociones de manera más saludable.
La clave para que la distracción funcione como parte de la disciplina positiva, es que debe ser algo atractivo y genuinamente interesante para el niño o niña. Debe ser una alternativa atractiva a la conducta problemática. Al ofrecer una distracción creativa y agradable, estamos ayudando a los niños y niñas a desarrollar habilidades de autorregulación y a aprender que existen formas más constructivas de lidiar con las dificultades.
4. Centrarse en las soluciones, no en los problemas
Enfócate en las soluciones, y no solo en el problema, haciendo al niño o niña participe en las mismas. Este matiz no solo es interesante, sino fundamental en el mundo de la disciplina positiva.
En lugar de centrarnos en lo que está mal, nos centramos en cómo mejorar, y esta mentalidad tiene un impacto profundo en el desarrollo de los niños y niñas.
Cuando nos enfocamos en los problemas, a menudo caemos en un ciclo de crítica y castigo; esto puede crear un ambiente de confrontación y resentimiento que no beneficia a nadie. En cambio, cuando nos centramos en las soluciones, transformamos los desafíos en oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
Enseñar a los niños y niñas a ser solucionadores de problemas es una de las habilidades más valiosas que pueden adquirir. Les mostramos que los problemas son normales y que hay maneras constructivas de enfrentarlos. Esto les da confianza para abordar dificultades en el futuro de manera independiente.
Focalizarnos en las soluciones también promueve una comunicación más abierta y efectiva. Cuando las personas adultas y los niños o niñas trabajan juntas para encontrar soluciones, se fomenta el diálogo y la comprensión mutua; esto fortalece la relación y crea un ambiente en el que los niños se sienten escuchados y valorados.
5. La motivación y el humor para fomentar la disciplina positiva
La disciplina positiva es un elemento de equilibrio, entre guiar y conectar con los niños y niñas de una manera que nutra su crecimiento y desarrollo.
En este fascinante camino, dos aliados inesperados hacen su entrada triunfal: la motivación y el humor. ¿Por qué son tan interesantes? Porque juntos forman una combinación mágica que hace que el aprendizaje y la corrección de comportamientos sean experiencias enriquecedoras y alegres. La motivación es el motor que impulsa el aprendizaje y el cambio.
Cuando inspiramos a los niños y niñas, les ofrecemos razones para comprometerse y mejorar. La motivación se basa en el reconocimiento y la celebración de los logros, por pequeños que sean. Esto les muestra que sus esfuerzos son valorados y que son capaces de superar desafíos.
¿Qué tal si en vez de recriminarles porque ha dejado tirados todos los juguetes en la sala, no les hacemos ver lo divertido que es organizarlos todos en su caja? Inventa un juego, motívales a que quieran dejar las cosas organizadas luego de haber jugado un rato con ellas.
El humor, por otro lado, es un suavizador de tensiones, un puente hacia la conexión y el entendimiento. Cuando empleamos el humor con sensibilidad, desarmamos situaciones conflictivas y fomentamos un ambiente en el que los niños y niñas se sienten seguros y dispuestas a aprender. El humor también nos ayuda a no tomar todo tan en serio, a reducir el estrés y a construir relaciones basadas en la alegría y la complicidad.
¿Quieres saber más sobre la disciplina positiva? Te invitamos a echarle un vistazo a nuestros blogs sobre Disciplina Positiva para una Infancia de Inteligencia Emocional o 3 Mitos sobre la Disciplina Positiva.